Con solo ver sus ojos,
supe que era un ángel.
Tiene cuerpo de mujer,
y claro, manos de ángel.
Sus alas,
no las puede ocultar siempre ,
ellas aparecen,
cuando ríe,
cuando habla,
y cuando duerme.
Viene todos los días a mi encuentro,
envuelta en sus alas,
como si temiera a algo,
como si tuviera frió.
Quisiera preguntarle,
que tienes mi ángel,
pero no puedo hacer mucho,
por que sale volando.
a sanar una herida,
a iluminar el día.
Y me quedo solo,
con mis recuerdos,
pensando que tal vez regresara,
y pueda sentir su canto nuevamente….
es como la lluvia,
que después de ocuparlo todo,
se van con la brisa y desaparece.
Autor: Jorge Serra Colina.
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